Hasta siempre, TANIA.
Llegaste a nosotros.
Llegaste cuando no podíamos más; llegaste cuando, una vez más, la situación nos superaba.
Pero, una vez más, no pudimos mirar a otro lado.
Llegaste en tal estado que nos dolía mirarte.
Tu delgadez extrema nos dejaba contar cada uno de los huesos que recorrían tu cuerpo. Acompañada de una cicatriz en el cuello, aquel miserable que te dejó llegar a este estado quiso borrar toda prueba que te relacionara con él.
Llegaste y nos diste una lección de vida. Siempre cariñosa, siempre buscando un gesto de cariño; perdonando, olvidando.
Entonces tus análisis nos corroboraron lo que ya sospechábamos: tu estado de salud era muy delicado. Nos recomendaron que nos despidiéramos de ti...
Pero tú te aferraste a la vida, querías disfrutar, por fin, de un poco de libertad, de un poco de aquel amor que siempre te negaron.
Y nosotros, nosotros nos aferramos a ti. Nos aferramos a la esperanza de tener un final feliz.
Por desgracia, nuestro final deseado se ha visto truncado. Hoy te escribimos esta carta como despedida deseando que ahora estés en un lugar mejor.
Perdona, TANIA. Perdónanos por no haber llegado antes, por no haber podido darte más tiempo.
Hoy te despedimos, pero te aseguramos que sigues con nosotros.
Tu historia seguirá acompañándonos para recordamos porqué luchamos.
Hay muchas promesas que no pudimos hacerte, pero hoy te prometemos que seguiremos luchando para que algún día tu historia deje de repetirse.
La historia de TANIA se sigue repitiendo a diario en diferentes rincones de nuestros país, puedes mirar a otro lado, pero esta barbarie seguirá existiendo. Sé parte de la solución.
Hasta siempre, TANIA.