Hasta siempre, KYLIE.
Nació en la calle y eso pasa factura.
Nos enamoró por su carácter dulce y alegre.
Creímos que sería de esas afortunadas en conseguir una familia en la que vivir feliz. Pero entonces la realidad vino a recordarnos las consecuencias de tener unos inicios tan duros.
KYLIE era una gatita débil, con ganas de vivir, pero débil.
Querida KYLIE, no sabes lo que nos duele decirte adiós. Lo hicimos lo mejor que pudimos, aunque no fuera suficiente.
Ahora descansa con el resto de nuestras estrellas apanoteras y salta entre nubes algodón con la alegría que tanto te caracterizaba.
Hasta siempre, KYLIE.